Cordones y Barro. Gales, la batalla de Cardiff.

El equipo de Gales se ha enfrentado a todos sin complejos

Con solo 3 millones de habitantes tiene el segundo mejor palmarés del torneo.

Cordones y Barro
Por Quique Ravello

 

Las tradiciones en el rugby siguen marcando a algunos equipos. Es el caso de Gales, siempre buscando ese grupo compacto año tras año. Quique Ravello nos aclara las dudas sobre un escudo de armas y la evolución del equipo con menos licencias y capaces de batirse ante  cualquiera. La devoción por ganarle a Inglaterra es tan grande que en ocasiones ha eliminado todo rastro de fracaso.

Wales en inglés, de la palabra anglosajona wealas (extranjero), los galeses llaman a su país Cymru, que significa “país de camaradas” en galés. Gales (1) es el territorio céltico en el que más se usa la lengua autóctona, por encima de Escocia e Irlanda.

El equipo galés es también es conocido como el “XV del Dragón”, en referencia al dragón que aparece en la bandera galesa, un símbolo de larga tradición y de profundas referencias. El dragón como símbolo, no hay duda de que fue introducido en Britania por las legiones romanas, y pronto pasó a formar parte del simbolismo autóctono céltico. En la época de las invasiones anglo-sajonas –siglos IV-V-, que harían a los britanos replegarse hacia el oeste de  Gran Bretaña, es decir a Gales, el rey Uther Pendragón, escogió como símbolo de su dinastía el dragón de color rojo y de ahí lo heredó su hijo el mítico rey Arturo, de donde pasa a la bandera galesa.

 

Hojas de puerro o plumas de avestruz, hoy desvelamos el enigma.

Sin embargo, a diferencia de la selección de fútbol que también usa el dragón, la selección de rugby utiliza como escudo en su camiseta el símbolo del Príncipe de Gales, es decirla Corona con las plumas de avestruz y el lema en alemán Ich Dien (yo sirvo) como conmemoración de una batalla ganada por un príncipe de Gales –llamado el Príncipe Negro- al frente del ejército inglés –Gales ya había sido incorporada a Inglaterra  en Francia. Muchos galeses no se sienten identificados con este símbolo, al que consideran demasiado inglés, y quieren ver en él –aunque no sea real, por muchos que algunas webs lo digan- tres puerros en conmemoración de una victoria de los gales sobre los sajones en el siglo VI, insistimos no siendo esto real –no hay más que fijarse en el escudo- es cierto que la federación galesa ha hecho un diseño en las banderas que reparte para animar a Gales en los partidos internaciones –como se puede ver en las retrasmisiones televisivas- suficientemente ambigua para que ambas interpretaciones puedan tener cabida.

 «Arms Park siempre fue un bastión y los ingleses esperaban cada dos años la llamada «Batalla de Cardiff« 

 

Si hay algo que caracteriza al rugby galés, es el sentimiento con que en cada partido, jugadores y público cantan su himno nacional, el Hew Wlad Fy Nahadau (La tierra de mis padres, o más exactamente, El viejo país de mis padres), un himno lleno de emociones y de reivindicaciones. Para los curiosos diremos que la misma melodía y una letra muy similar los encontramos en la región francesa de Bretaña –que fue poblada por Gales a principio de la Edad Media- y en la región inglesa de Cornualles, que guarda una gran semejanza con Gales.

En Gales también tenemos atestiguado un juego anterior, el llamado cnapan, que puede considerarse como uno de los muchos precedentes del rugby.

 

Al igual que en Inglaterra y Escocia, el rugby en Gales comenzó siendo una deporte de los Colegios elitistas a mediados del siglo XIX, de hecho el rugby llegó a Gales a través del St David´s College de Lamperter, donde se fundó la primera Universidad británica, tras Oxford, Cambrigde y las universidades escoces.  Fue en 1850 cuando el reverendo Rowland Willims, quien había practicado el rugby en Cambrigde, introdujo el deporte oval, en el currículum de este prestigioso colegio. Desde Lamperter, extendiéndose desde ahí al resto de Colegios galeses, y fueron los alumnos de estos centros los que empezaron a fundar clubes de rugby por todo el país.

Sin embargo la composición social de Gales, hizo que pronto esta situación cambiase respecto a la inglesa. La galesa era una sociedad en la que le círculo elitista era mucho más restringido que en Inglaterra, y además el país estaba en plena ebullición industrial, había una importante clase media y una dinámica clase trabajadora, que muy pronto incorporaron el rugby como deporte propio. Muy pronto el rugby se convirtió en un deporte interclasista en Gales, y en ese sentido “nacional”. Cada ciudad, pueblo e incluso barrio fundaba su propio equipo y los trabajadores emigrantes galeses –sobre todo en Inglaterra- fundaron sus propios clubes como muestra de su “galesidad”. Para dar una cifra diremos que en 1890 había más de 220 equipos… sólo en Cardiff. Geográficamente la zona donde más enraizó el rugby fue el sur del país, donde se sitúa su capital Cardiff y su segunda ciudad, Swansea, desde ahí se propagó al norte del país.

 

          «el rugby se convirtió no solo en el deporte nacional de Gales, sino en el símbolo de la fuerza y la unidad de su pueblo«

El hecho de ser un deporte popular, jugado por personas que necesitaban de un trabajo laboral de 5 ó 6 días a la semana, motivó que la Federación Galesa de Rugby hiciera desde el principio la “vista gorda” con las ayudas económicas y laborales a los trabajadores-jugadores. Fue una inteligente manera de evitar la ruptura del rugby galés como se dio en Inglaterra, donde el norte industrial creó el Rugby Leage, es decir el rugby profesional a XIII. La RFU se comprometió a desarrollar y gestionar el rugby galés, y así logro que entre 1899 y 1909 Inglaterra no pudiera ganarle ni un solo partido.

El rugby fue uno de los elementos que ayudó el movimiento nacionalista galés de finales del XIX-principios del XX, un nacionalismo que no era independentista sino que aspira al mismo reconocimiento que Inglaterra en el seno del Reino Unido. Nadie puede negar que el rugby se convirtió no solo en el deporte nacional del Gales, sino en el símbolo de la fuerza y la unidad de su pueblo.

Scott Quinell frente a los delanteros de Irlanda.

Al igual que para el resto de naciones británicas, la Primera Guerra Mundial, tuvo un fuerte impacto sobre el rugby galés. Cuando ésta estalló en 1914, un aficionado galés declaró “el juego para el que nos hemos preparado durante tantos años, ha comenzado”, lo que confirma la naturaleza inicial del rugby como entrenamiento para crear una juventud capa… la RFU hizo un llamamiento a alistarse en los regimientos británicos, apelando a las cualidades guerras y patrióticas de los galeses, y así fue, los rugbiers galeses –como del resto de países- participaron masivamente en sus ejércitos, dando siempre ejemplo de valor. La PGM causó muchas bajas entre los jugadores de rugby, en Gales durante mediados de los años 20, ya se había superado esta crisis, cuando vino una mucho mayor, la crisis económica de los años 30 que golpeó duramente a un país industrial y obrero como era Gales, durante esa década solo pudo ganar una vez a Inglaterra, números clubes tuvieron que cerrar, cerca de 500.000 personas (sobre una población de 2.000.000) tuvieron que emigrar, la Rugby League inglesa se llevó muchos jugadores galeses que necesitan ese sueldo para poder vivir. Cuando Gales parecía empezar a salir de la crisis, estalló la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) con el consiguiente impacto en el rugby galés.

        «Cuando Les Abelles acababa de nacer Gales estaba en el Olimpo del balón oval»

Gales ganó los Grand Slams de 1950-1952 dirigidos magistralmente por su número 8 John Gwilliam, toda una referencia en el campo de juego y fuera de él por su caballerosidad. En los años 50 el rugby galés cambió al ritmo que lo hacía su sociedad. Porcentualmente el número de mineros y obreros que jugaban con la selección del dragón fue bajando a favor del número de profesores y profesiones liberales, la sociedad galesa iba camino de la post-industrialización.

Mitad década de los 60 y la década de los 70, señalan el absoluto dominio de Gales en el rugby del hemisferio norte, ganando durante esos años 8 veces el torneo en solitario y dos de forma compartida. Gales nutría a los combinados tanto de los British Lyons como de los Barbarians, y fue precisamente un galés, Gareth Edwards, quien logró el considerado mejor ensayo de la historia en el calificado como el mejor partido de rugby hasta la fecha, el Barbarians-Nueva Zelanda de 1973.

 

 

Todavía hay gente en Gran Bretaña que se sabe de memoria la jugada y es capaz de recitar el nombre de los jugadores pase a pase.

 

La época gloriosa del rugby en el pequeño país, los chicos de las patillas o un equipo de mineros (auténticos) y pastores. Nombres inolvidables que en  Gales son sinónimo de respeto: Gareth Edwards, Barry John, JPR Williams, Phil Bennett, John Dawes, Mervyn Davies,  J.J. Williams, John Bevan, Gerald Davies, Derek Quinnell, John Taylor, Steve Fenwick, Trevor Cobner, Charlie Faulkner, Bobby Windsor y Graham Price.

Nuestro club, Les Abelles, acababa de nacer y ellos estaban en el Olimpo del balón oval.

El auge del profesionalismo provocó que entre 1975 y 1995 asistiéramos a cierto declive del rugby galés, que se había convertido aún m

Phil Bennett capitán de Gales en los años 70

ás el deporte y el orgullo de todo un país, así recordamos la famosa arenga del capital Phil Bennett  en 1977 a sus jugadores antes de saltar al césped de Arms Park. “Mirad lo que han hecho esos bastardos a Gales. Han cogido nuestro carbón, nuestra agua, nuestro acero. Compran nuestras casas y solo viven en ellas un par de semanas al año. ¿Y qué hemos recibido a cambio? Nada, nada en absoluto. Hemos sido explotados, violados, controlados y castigados por los ingleses…. Señores, contra ellos jugáis esta tarde»-.

Qué harías tu al escuchar eso en el vestuario antes de jugar contra tu gran rival, Inglaterra, con una crisis económica lacerante y una salvaje huelga en el sector del carbón? Arms Park siempre fue un bastión y los ingleses esperaban cada dos años la llamada «Batalla de Cardiff».  A principios de los 80, las figuras que hicieron albergar ciertas esperanzas como Jonathan Davis, Scott Gibbs y John Deveraux terminaron pasando al rugby a XIII.

 

Graham Price, Bobby Windsor y Charlie Faulkner la mítica primera línea de Pontypool.

La llegada del profesionalismo al rugby y el nuevo Torneo de las VI Naciones han dado nuevas energías al deporte oval galés, que hace pocos años volvió a vivir una “etapa dorada”, ganándolo en 2012 y 2013 y teniendo un destacado papel en el Mundial de 2011, donde una justificada expulsión imposibilitó a Gales ganar la semi-final a Francia y llegar a la final que todo el mundo del rugby esperaba: Nueva Zelanda Gales.

 

Con veintiséis victorias, Gales tiene el segundo mejor palmarés del Torneo, sólo por detrás de Inglaterra. Cada cierto tiempo esperan que se geste una nueva generación capaz de volver periódicamente a  ganarlo todo. La historia les da la razón, solo tenemos que dejar pasar el tiempo para ver  que ese momento vuelva.

(1) El término País de Gales, es un galicismo innecesario.

 

La Actualidad de Gales. 

por Jordi Bermúdez

Gales, el despertar del Y Ddraig Goch (Dragón rojo).

 

Nuestro compañero Jordi Bermúdez nos hace una reseña de como está Gales en esta edición del VI Naciones. Un equipo que ha evolucionado mucho y con una hornada de jugadores que pueden devolver la gloria a los galeses. El  juego ha cambiado, la Tierra de Nuestros Padres  es tan oficial que las gargantas no tiene que machacar los acordes del God Save the Queen, pero lo sentimientos son los mismos. A pesar de la derrota contra Inglaterra todo apunta a que harán grandes partidos.


Llanfairpwllgwyngyllgogerychwy rndrobwllllantysiliogogogoch, pueblo situado al noroeste de Gales, de nombre impronunciable para cualquier foráneo. Tan extraño y caótico para el no nativo como natural y ordenado para el que lo habita. Así es el juego galés, un caos estructurado, una sinfonía poco preclara para oídos no acostumbrados pero bellos acordes armónicos para el entendido.

Os aseguramos que el pueblo existe.

Puro jazz, así es el renacer del rugby en Gales.
Nadie ya quiere recordar épocas pasadas. Atrás queda la travesía del desierto galesa donde era sinónimo de tedio y predicción, con cero innovación. 
Una ola de ilusión ha llegado a sus costas trayendo confianza, posesión de balón, mucho pase de delantera, off loading, pick and go y esa jerga novedosa si se prefiere que ha venido de la mano del dios dinamismo, característica del rugby moderno, del cual, Gales, se ha tomado dos tazas.
Han pasado de ser muy predecibles para las defensas contrarias a todo un vendaval. Su elevado nivel técnico, el factor sorpresa y una ilusión desbordante están haciendo un enemigo a tener en cuenta en cualquier confrontación o lance del juego, un juego que va destinado a buscar espacios más que a la confrontación, abriendo el campo y las defensas. 
Su debilidad está en su fortaleza. La misma velocidad que imprimen es la que les lleva a cometer errores de principiante, cuando no, a no entenderse y dejarse el balón atrás o no cubrir el ruck. 
En las touches defensivas destaca Rob Evans, pilar fundamental, pillo y atento a meter la mano o estorbar todo lo posible para recuperar la posesión.

Steff Evans, sangre joven para el equipo galés.


Son una apuesta segura en espectacularidad y entretenimiento donde el resultado final queda en un segundo plano, no se arrugan ni cambian de filosofía en función del marcador, algo muy de agradecer hoy en día. 
La vieja guardia, Dan Biggar y Jon Davies entre otros pocos, se han contagiado del vendaval de aire renovado que aporta la ilusionada nueva hornada de excelentes jugadores, Halfpenny, buscando espacios a la mano en lugar de abusar del pie, Steff Evans, declarado mejor jugador joven galés y constantemente cuestionado, Owen Williams, un seguro pasador y Rhys Patchell el hombre «estrella» u hombre orquesta si se prefiere, un ala todo terreno, veloz y escurridizo en ataque y un cerrojo defensivo implacable.
Cuentan con una afición entregada, emocionada y esperanzada con este nuevo tiempo que comienza tras unos años agridulces. El culpable, el mago Merlín es, Sir Warren Gatland, neozelandés de origen y cabeza de los reds desde 2007. Ese sabor maorí es el que ha sabido impregnar en los galeses. Velocidad en la transmisión del balón y potencial para manipular defensas contrarias en oleadas de tres, al más puro estilo allblack, creando las condiciones necesarias para que las intrafases sean con la menor oposición necesaria y dejando a contra pie la defensa rival. Puro juego de ajedrez, tacticismo y dinamismo concentrado, magia ovalada, defensa donde el placaje ahogue la pelota dificultando aperturas dinámicas.
¿Cómo quebrar su juego? Presión, presión y más presión, el bálsamo de Fierabrás que puede romper el encantamiento galés y avanzar entre sus líneas, no hay otra. Darle en su tendón de Aquiles para forzar el error.
Halfpenny será el último baluarte que derribar, solidez sin igual, acertando en decisiones complicadas y no concediendo errores lo que hace subir unos grados el nivel ya alto de confianza de este equipo que, hoy por hoy, no tiene techo. 

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